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El valor de la puntualidad

La puntualidad es una de las actitudes humanas que es bien recibida en cualquier ámbito de nuestra vida, tanto en el ámbito social como profesional. Y además es valorada muy positivamente.

Sin embargo, vivimos numerosos momentos en los que la puntualidad brilla por su ausencia. Conferencias, ruedas de prensa, citas…, en definitiva todos aquellos actos en los que intervienen más de una persona tienen el riesgo de retrasarse en su inicio. En consecuencia, podemos afirmar que la impuntualidad forma parte de la idiosincracia de los eventos.

¿Cuántas veces habéis oído eso de “vamos a dar cinco minutos de cortesía”? Es la frase antesala para que un acto no cumpla con su horario previsto. Y yo confieso que también la he utilizado.

Este comportamiento logra que ofrezcamos cortesía a aquellas personas que no lo son con nosotros, y obsequiamos con descortesía a los que han sido corteses con nosotros en su puntualidad. ¿Esto tiene sentido?

Es más, si no regalamos esos cinco minutos podemos ser retratados como intransigentes o desconsiderados. ¿Esto tiene lógica?

Todos sabemos que el tiempo es oro, que nuestro tiempo es oro, pero no actuamos en consecuencia quizás porque no materializamos este refrán. ¡Que le digan al director de un programa de televisión que su espacio se va a retrasar cinco minutos sin justificación alguna! No va a decir que su tiempo es oro, sino que dicho retraso supone la pérdida de 150.000 €.

Mis cinco minutos tienen un precio, el que yo marco, y si alguien me obliga a perderlos los tiene que reponer. Pero ¿cómo? Lo más efectivo sería exigirle el cobro, seguramente que no lo volvería a repetir, pero esta propuesta al margen de su posible efectividad es disparatada.

¿Entonces? El único “castigo” que se me ocurre es la pérdida de confianza en esa persona. Aunque como dice el refrán: “En la mucha confianza, hay el peligro de la tardanza”.

©Portugal Bueno, 2018

 

 

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